Eres como una bola
de ramas enmarañadas
que nadie sabe dónde empieza
y donde acaba;
como un anillo de lana
por un gato zarandeada;
y nadie puede negar
tu espectacular belleza,
sin presentarte a concurso
te has ganado tú solita:
el título de reina de la montaña.
Tus flores son las más bellas
y con su perfume embriagan
a todo aquel que te huele;
y a las abejas atrapa,
pues no pueden resistirse.
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