¡Vaya por Dios,
vaya una noche tan larga!
¿Quién me mandaría a mí
tomarme el café en la taza?
Mejor hubiese sido
tomarlo en un colador,
y que nunca hubiese llegado a mi panza,
pues no me puedo dormir;
y ya veremos mañana
que tengo que trabajar,
seguro que me duermo
a las seis de la mañana.
Cuando me suene el despertador
pensaré desconsolada:
¡ay Dios mío de mi vida,
con lo a gustito que estoy
ahora mismo en la cama!
Fina Caballero