Tengo un pequeño balcón
que da alegría a mi vida,
pues es mi punto de unión
de la naturaleza perdida.
Los claveles son mis hijos
son rojos como la sangre
que yo por ellos daría.
La salvia es mi marido,
pues es el sabor intenso
con que aderezo mi vida.
Los cactus, la vida misma,
las flores son muy bonitas,
pero con largas espinas.
Y todas las demás flores
son el resto de familia.
Procuro cuidarlas todas,
sin descuidar a ninguna.
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